Doña Perfecta (?????????)
XII
=Aqui fue Troya=
Amor, amistad, aire sano para la respiracion moral, luz para el alma, simpatia, facil comercio de ideas y de sensaciones era lo que Pepe Rey necesitaba de una manera imperiosa. No teniendolo, aumentaban las sombras que[25] envolvian su espiritu, y la lobreguez interior daba a su trato displicencia y amargura. Al dia siguiente de las escenas referidas en el capitulo anterior, mortificole mas que nada el ya demasiado largo y misterioso encierro de su prima, motivado, al parecer, primero por una enfermedad sin importancia, despues por caprichos y nerviosidades de dificil 84 explicacion.
Rey extranaba conducta tan contraria a la idea que habia formado de Rosarito. Habian transcurrido cuatro dias sin[5] verla, no ciertamente porque a el le faltasen deseos de estar a su lado; y tal situacion comenzaba a ser desairada y ridicula, si con un acto de firme iniciativa no ponia remedio en ello.
--?Tampoco hoy vere a mi prima?--pregunto de mal[10] talante a su tia, cuando concluyeron de comer.
--Tampoco. iSabe Dios cuanto lo siento!... Bastante le he predicado hoy. A la tarde veremos....
La sospecha de que en tan injustificado encierro su adorable prima era mas bien victima sin defensa que autora[15] resuelta con actividad propia e iniciativa, le indujo a contenerse y esperar. Sin esta sospecha, hubiera partido aquel mismo dia. No tenia duda alguna de ser amado por Rosario, mas era evidente que una presion desconocida actuaba entre los dos para separarlos, y parecia propio de varon[20] honrado averiguar de quien procedia aquella fuerza maligna, y contrarrestarla hasta donde alcanzara la voluntad humana.
--Espero que la obstinacion de Rosario no durara mucho--dijo a dona Perfecta disimulando sus verdaderos sentimientos.
[25] Aquel dia tuvo una carta de su padre, en la cual este se quejaba de no haber recibido ninguna de Orbajosa, circunstancia que aumento las inquietudes del ingeniero, confundiendole mas. Por ultimo, despues de vagar largo rato solo por la huerta de la casa, salio y fue al Casino. Entro en el,[30] como un desesperado que se arroja al mar.
Encontro en las principales salas a varias personas que charlaban y discutian. En un grupo desentranaban con logica sutil dificiles problemas de toros; en otro disertaban sobre cuales eran los mejores burros entre las castas de Orbajosa y Villahorrenda. Hastiado hasta lo sumo, Pepe 85 Rey abandono estos debates y se dirigio a la sala de periodicos, donde hojeo varias revistas sin encontrar deleite en la lectura; y poco despues, pasando de sala en sala, fue a[5] parar sin saber como a la del juego. Cerca de dos horas estuvo en las garras del horrible demonio amarillo, cuyos resplandecientes ojos de oro producen tormento y fascinacion. Ni aun las emociones del juego alteraron el sombrio estado de su alma, y el tedio que antes le empujara hacia[10] el verde tapete, apartole tambien de el. Huyendo del bullicio, dio con su cuerpo en una estancia destinada a tertulia, en la cual a la sazon no habia alma viviente, y con indolencia se sento junto a la ventana de ella, mirando a la calle.
[15] Era esta angostisima y con mas angulos y recodos que casas, sombreada toda por la pavorosa catedral, que al extremo alzaba su negro muro carcomido. Pepe Rey miro a todos lados, arriba y abajo, y observo un placido silencio de sepulcro: ni un paso, ni una voz, ni una mirada. De[20] pronto hirieron su oido rumores extranos, como cuchicheo de femeniles labios, y despues el chirrido de cortinajes que se corrian, algunas palabras, y por fin el tararear suave de una cancion, el ladrido de un falderillo, y otras senales de existencia social que parecian muy singulares en tal sitio.[25] Observando bien, Pepe Rey vio que tales rumores procedian de un enorme balcon con celosias, que frente por frente a la ventana mostraba su corpulenta fabrica. No habia concluido sus observaciones, cuando un socio del Casino aparecio de subito a su lado, y riendo le interpelo de este[30] modo:
--iAh! Sr. D. Pepe, ipicaron! ?se ha encerrado usted aqui para hacer cocos a las ninas?
El que esto decia era D. Juan Tafetan, un sujeto amabilisimo, y de los pocos que habian manifestado a Rey en el Casino cordial amistad y verdadera admiracion. Con su 86 carilla bermellonada, su bigotejo tenido de negro, sus ojuelos vivarachos, su estatura mezquina, su pelo con gran estudio peinado para ocultar la calvicie, D. Juan Tafetan[5] presentaba una figura bastante diferente de la de Antinoo; pero era muy simpatico, tenia mucho gracejo y felicisimo ingenio para contar aventuras graciosas. Reia mucho, y al hacerlo, su cara se cubria toda, desde la frente a la barba, de grotescas arrugas. A pesar de estas cualidades y del[10] aplauso que debia estimular su disposicion a las picantes burlas, no era maldiciente. Querianle todos, y Pepe Rey pasaba con el ratos agradables. El pobre Tafetan, empleado antano en la Administracion civil de la capital de la provincia, vivia modestamente de su sueldo en la Secretaria[15] de Beneficencia, y completaba su pasar tocando gallardamente el clarinete en las procesiones, en las solemnidades de la catedral y en el teatro, cuando alguna trailla de desesperados comicos aparecia por aquellos paises con el alevoso proposito de dar funciones en Orbajosa.
[20] Pero lo mas singular en D. Juan Tafetan era su aficion a las muchachas guapas. El mismo, cuando no ocultaba su calvicie con seis pelos llenos de pomada, cuando no se tenia el bigote, cuande andaba derechito y espigado por la poca pesadumbre de los anos, habia sido un Tenorio formidable.[25] Oirle contar sus conquistas era cosa de morirse de risa, porque hay Tenorios de Tenorios, y aquel fue de los mas originales.
--?Que ninas? Yo no veo ninas en ninguna parte--repuso Pepe Rey.
[30] --Hagase usted el anacoreta.
Una de las celosias del balcon se abrio, dejando ver un rostro juvenil, encantador y risueno, que desaparecio al instante como una luz apagada por el viento.
--Ya, ya veo.
--?No las conoce usted? 87
--Por mi vida que no.
--Son las Troyas, las ninas de Troya. Pues no conoce usted nada bueno... Tres chicas preciosisimas, hijas de[5] un coronel de Estado Mayor de Plazas, que murio en las calles de Madrid el 54.
La celosia se abrio de nuevo y comparecieron dos caras.
--Se estan burlando de nosotros--dijo Tafetan haciendo una sena amistosa a las ninas.
[10] --?Las conoce usted?
--?Pues no las he de conocer? Las pobres estan en la miseria. Yo no se como viven. Cuando murio D. Francisco Troya, se hizo una suscripcion para mantenerlas; pero esto duro poco.
[15] --iPobres muchachas! Me figuro que no seran un modelo de honradez....
--?Por que no?... Yo no creo lo que en el pueblo se dice de ellas.
Funciono de nuevo la celosia.
[20] --Buenas tardes, ninas--grito D. Juan Tafetan dirigiendose a las tres, que artisticamente agrupadas aparecieron.--Este caballero dice que lo bueno no debe esconderse, y que abran ustedes toda la celosia.
Pero la celosia se cerro y alegre concierto de risas difundio[25] una extrana alegria por la triste calle. Creeriase que pasaba una bandada de pajaros.
--?Quiere usted que vayamos alla?--dijo de subito Tafetan.
Sus ojos brillaban, y una sonrisa picaresca retozaba en[30] sus amoratados labios.
--?Pero que clase de gente es esa?
--Ande usted, Sr. de Rey... Las pobrecitas son honradas. iBah! Si se alimentan del aire como los camaleones. Diga usted, el que no come, ?puede pecar?
Bastante virtuosas son las infelices. Y si pecaran, limpiarian 88 su conciencia con el gran ayuno que hacen.
--Pues vamos.
Un momento despues, D. Juan Tafetan y Pepe Rey[5] entraban en la sala. El aspecto de la miseria,
que con horribles esfuerzos pugnaba por no serlo, afligio al joven. Las tres muchachas eran muy lindas, principalmente las dos mas pequenas, morenas, palidas, de negros ojos y sutil talle. Bien vestidas y bien calzadas, habrian parecido[10] retonos de duquesa en candidatura para entroncar con principes.
Cuando la visita entro, las tres se quedaron muy cortadas; pero bien pronto mostraron la indole de su genial frivolo y alegre. Vivian en la miseria, como los pajaros en la prision,[15] sin dejar de cantar tras los hierros lo mismo que en la opulencia del bosque. Pasaban el dia cosiendo, lo cual indicaba por lo menos un principio de honradez; pero en Orbajosa ninguna persona de su posicion se trataba con ellas. Estaban hasta cierto punto proscritas, degradadas,[20] acordonadas, lo cual indicaba tambien algun motivo de escandalo. Pero en honor de la verdad, debe decirse que la mala reputacion de las Troyas consistia, mas que nada, en su fama de chismosas, enredadoras, traviesas y despreocupadas. Dirigian anonimos a graves personas; ponian[25] motes a todo viviente de Orbajosa, desde el obispo al ultimo zascandil; tiraban piedrecitas a los transeuntes; chicheaban escondidas tras las rejas para reirse con la confusion y azoramiento del que pasaba; sabian todos los sucesos de la vecindad, para lo cual tenian en constante uso los tragaluces[30] y agujeros todos de la parte alta de la casa; cantaban de noche en el balcon; se vestian de mascara en Carnaval para meterse en las casas mas alcurniadas, con otras majaderias y libertades propias de los pueblos pequenos. Pero cualquiera que fuese la razon, ello es que el graciado triunvirato Troyano tenia sobre si un estigma de esos que una 89 vez puestos por susceptible vecindario, acompanan implacablemente hasta mas alla de la tumba.
--?Este es el caballero que dicen ha venido a sacar[5] minas de oro?--dijo una.
--?Y a derribar la catedral para hacer con las piedras de ella una fabrica de zapatos?--anadio otra.
--Y a quitar de Orbajosa la siembra del ajo para poner algodon o el arbol de la canela.
[10] Pepe no pudo reprimir la risa ante tales despropositos.
--No viene sino a hacer una recoleccion de ninas bonitas para llevarselas a Madrid--dijo Tafetan.
--iAy! iDe buena gana me iria!--exclamo una.
--A las tres, a las tres me las llevo--afirmo Pepe.--Pero[15] sepamos una cosa; ?por que se reian ustedes de mi cuando estaba en la ventana del Casino?
Tales palabras fueron la senal de nuevas risas.
--Estas son unas tontas--dijo la mayor.
--Fue porque dijimos que usted se merece algo mas que[20] la nina de dona Perfecta.
--Fue porque esta dijo que usted esta perdiendo el tiempo y que Rosarito no quiere sino gente de iglesia.
--iQue cosas tienes! Yo no he dicho tal cosa. Tu dijiste que este caballero es ateo luterano, y entra en la[25] catedral fumando y con el sombrero puesto.
--Pues yo no lo invente--manifesto la menor,--que eso me lo dijo ayer Suspiritos.
--?Y quien es esa Suspiritos que dice de mi tales tonterias?
[30] --Suspiritos es... Suspiritos.
--Ninas mias--dijo Tafetan con semblante almibarado. Por ahi va el naranjero. Llamadle, que os quiero convidar a naranjas.
Una de las tres llamo al naranjero.
La conversacion entablada por las ninas desagrado bastante 90 a Pepe Rey, disipando la ligera impresion de contento que experimento al encontrarse entre aquella chusma alegre y comunicativa. No pudo, sin embargo, contener[5] la risa cuando vio a D. Juan Tafetan descolgar un guitarrillo y rasguearlo con la gracia y destreza de los anos juveniles.
--Me han dicho que ustedes saben cantar a las mil maravillas--manifesto Rey.
[10] --Que cante D. Juan Tafetan.
--Yo no canto.
--Ni yo--dijo la segunda, ofreciendo al ingeniero algunos cascos de la naranja que acababa de mondar.
--Maria Juana, no abandones la costura--dijo la Troya[15] mayor.--Es tarde y hay que acabar la sotana esta noche.
--Hoy no se trabaja. Al demonio las agujas--exclamo Tafetan.
En seguida entono una cancion.
[20] --La gente se para en la calle--dijo la Troya segunda asomandose al balcon.--Los gritos de D. Juan Tafetan se oyen desde la plaza... iJuana, Juana!
--?Que?
--Por la calle va Suspiritos.
[25] La mas pequena volo al balcon.
--Tirale una cascara de naranja.
Pepe Rey se asomo tambien; vio que por la calle pasaba una senora, y que con diestra punteria la menor de las Troyas le asesto un cascarazo en el mono. Despues[30] cerraron precipitadamente, y las tres se esforzaban en sofocar convulsamente su risa para que no se oyera desde la via publica.
--Hoy no se trabaja--grito una volcando de un puntapie la cesta de la costura.
--Es lo mismo que decir, "manana no se come"--anadio 91 la mayor, recogiendo los enseres.
Pepe Rey se echo instintivamente mano al bolsillo. De buena gana les hubiera dado una limosna. El espectaculo[5] de aquellas infelices huerfanas, condenadas por el mundo a causa de su frivolidad, le entristecia sobre manera. Si el unico pecado de las Troyas, si el unico desahogo con que compensaban su soledad, su pobreza y abandono, era tirar cortezas de naranja al transeunte, bien se las podia disculpar.[10] Quizas las austeras costumbres del poblachon en que vivian las habia preservado del vicio; pero las desgraciadas carecian de compostura y comedimiento, formula comun y mas visible del pudor, y bien podia suponerse que habian echado por la ventana algo mas que cascaras. Pepe Rey sentia[15] hacia ellas una lastima profunda. Observo sus miserables vestidos, compuestos, arreglados y remendados de mil modos para que pareciesen nuevos, observo sus zapatos rotos... y otra vez se llevo la mano al bolsillo.
--Podra el vicio reinar aqui--dijo para si;--pero las[20] fisonomias, los muebles, todo me indica que estos son los infelices restos de una familia honrada. Si estas pobres muchachas fueran tan malas como dicen, no vivirian tan pobremente ni trabajarian. iEn Orbajosa hay hombres ricos!
[25] Las tres ninas se le acercaban sucesivamente. Iban de el al balcon, del balcon a el, sosteniendo conversacion picante y ligera, que indicaba, fuerza es decirlo, una especie de inocencia en medio de tanta frivolidad y despreocupacion.
[30] --Sr. D. Jose, ique excelente senora es dona Perfecta!
--Es la unica persona de Orbajosa que no tiene apodo, la unica persona de que no se habla mal en Orbajosa.
--Todos la respetan.
--Todos la adoran.
A estas frases el joven respondia con alabanzas de su 92 tia; pero se le pasaban ganas de sacar dinero del bolsillo y decir: "Maria Juana, tome usted para unas botas. Pepa, tome usted para que se compre un vestido. Florentina,[5] tome usted para que coman una semana...." Estuvo a punto de hacerlo como lo pensaba. En un momento en que las tres corrieron al balcon para ver quien pasaba, don Juan Tafetan se acerco a el y en voz baja le dijo:
--iQue monas son! ?No es verdad?... iPobres[10] criaturas! Parece mentira que sean tan alegres, cuando... bien puede asegurarse que hoy no han comido.
--Don Juan, D. Juan--grito Pepilla.--Por ahi viene su amigo de usted Nicolasito Hernandez, o sea _Cirio Pascual_, con su sombrero de tres pisos. Viene rezando en voz baja,[15] sin duda por las almas de los que ha mandado al hoyo con sus usuras.
--?A que no le dicen ustedes el remoquete?
--iA que si!
--Juana, cierra las celosias. Dejemosle que pase, y[20] cuando vaya por la esquina, yo gritare: _iCirio, Cirio Pascual_!...
Don Juan Tafetan corrio al balcon.
--Venga usted, D. Jose, para que conozca este tipo.
Pepe Rey aprovecho el momento en que las tres muchachas[25] y D. Juan se regocijaban en el balcon, llamando a Nicolasito Hernandez con el apodo que tanto le hacia rabiar, y acercandose con toda cautela a uno de los costureros que en la sala habia, coloco dentro de el media onza que le quedaba del juego.
[30] Despues corrio al balcon, a punto que las dos mas pequenas gritaban entre locas risas: _iCirio Pascual, Cirio Pascual!_
93
XIII
=Un casus belli=
Despues de esta travesura, las tres entablaron con los dos caballeros una conversacion tirada sobre asuntos y personas de la ciudad. El ingeniero, recelando que su fechoria se descubriese, estando el presente, quiso marcharse, lo cual[5] disgusto mucho a las Troyas; una de estas que habia salido fuera de la sala, regreso diciendo:
--Ya esta Suspiritos en campana colgando la ropa.
--Don Jose querra verla--indico otra.
--Es una senora muy guapa. Y ahora se peina a estilo[10] de Madrid. Vengan ustedes.
Llevaronles al comedor de la casa (pieza de rarisimo uso), del cual se salia a un terrado, donde habia algunos tiestos de flores y no pocos trastos abandonados y hechos pedazos. Desde alli veiase el hondo patio de una casa colindante,[15] con una galeria llena de verdes enredaderas y hermosas macetas esmeradamente cuidadas. Todo indicaba alli una vivienda de gente modesta, pulcra y hacendosa.
Las de Troya, acercandose al bordo de la azotea, miraron atentamente a la casa vecina, e imponiendo silencio a los[20] galanes, se retiraron luego a aquella parte del terrado, desde donde nada se veia ni habia peligro de ser visto.
--Ahora sale de la despensa con un cazuelo de garbanzos--dijo Maria Juana, estirando el cuello para ver un poco.
[25] --iZas!--exclamo otra, arrojando una piedrecilla.
Oyose el ruido del proyectil al chocar contra los cristales de la galeria, y luego una colerica voz que gritaba:
--Ya nos han roto otro cristal esas....
Ocultas las tres en el rincon del terrado, junto a los dos[30] caballeros, sofocaban la risa.
--La senora Suspiritos esta muy incomodada--dijo 94 Rey.--?Por que la llaman asi?
--Porque siempre que habla suspira entre palabra y palabra, y aunque de nada carece siempre se esta[5] lamentando.
Hubo un momento de silencio en la casa de abajo. Pepita Troya atisbo con cautela.
--Alla viene otra vez--murmuro en voz baja, imponiendo silencio.--Maria, dame una china. A ver... izas!...[10] alla va.
--No la has acertado. Dio en el suelo.
--A ver si yo puedo... Esperaremos a que salga otra vez de la despensa.
--Ya, ya sale. En guardia, Florentina.
[15] --iA la una, a las dos, a las tres!... iPaf!...
Oyose abajo un grito de dolor, un voto, una exclamacion varonil, pues era un hombre el que la daba. Pepe Rey pudo distinguir claramente estas palabras:
--iDemonche! Me han agujereado la cabeza esas...[20] iJacinto, Jacinto! ?Pero que canalla de vecindad es esta?...
--iJesus, Maria y Jose, lo que he hecho!--exclamo llena de consternacion Florentina,--le he dado en la cabeza al Sr. D. Inocencio.
[25] --?Al Penitenciario?--dijo Pepe Rey.
--Si.
--?Vive en esa casa?
--?Pues donde ha de vivir?
--Esa senora de los suspiros....
[30] --Es su sobrina, su ama o no se que. Nos divertimos con ella porque es muy cargante, pero con el senor Penitenciario no solemos gastar bromas.
Mientras rapidamente se pronunciaban las palabras de este dialogo, Pepe Rey vio que frente al terrado, y muy cerca de el, se abrian los cristales de una ventana perteneciente a la misma casa bombardeada; vio que aparecia 95 une cara risuena, una cara conocida, una cara cuya vista le aturdio y le consterno y le puso palido y tremulo. Era[5] Jacintito, que interrumpido en sus graves estudios, abrio la ventana de su despacho, presentandose en ella con la pluma en la oreja. Su rostro pudico, fresco y sonrosado daba a tal aparicion aspecto semejante al de una aurora.
[10] --Buenas tardes, Sr. D. Jose--dijo festivamente. La voz de abajo gritaba de nuevo:
--iJacinto, pero Jacinto!
--Alla voy. Estaba saludando a un amigo....
--Vamonos, vamonos--grito Florentina con zozobra.--El[15] senor Penitenciario va a subir al cuarto de _D. Nominavito_ y nos echara un responso.
--Vamonos, si; cerremos la puerta del comedor.
Abandonaron en tropel el terrado.
--Debieron ustedes prever que Jacinto las veria desde[20] su templo del saber--dijo Tafetan.
--_Don Nominavito_ es amigo nuestro--repuso una de ellas.--Desde su templo de la ciencia nos dice a la calladita mil ternezas, y tambien nos echa besos volados.
--?Jacinto?--pregunto el ingeniero,--?que endiablado[25] nombre le han puesto ustedes?
--_Don Nominavito_....
Las tres rompieron a reir.
--Lo llamamos asi porque es muy sabio.
--No: porque cuando nosotras eramos chicas, el era[30] chico tambien; pues... si. Saliamos al terrado a jugar, y le sentiamos estudiando en voz alta sus lecciones.
--Si, y todo el santo dia estaba cantando.
--Declinando, mujer. Eso es: se ponia de este modo: _Nominavito rosa, Genivito, Davito, Acusavito_.
--Supongo que yo tambien tendre mi nombre postizo--dijo 96 Pepe Rey.
--Que se lo diga a usted Maria Juana--replico Florentina ocultandose.
[5] --?Yo?... diselo tu, Pepa.
--Usted no tiene nombre todavia, D. Jose.
--Pero lo tendre. Prometo que vendre a saberlo, a recibir la confirmacion--dijo el joven con intencion de retirarse.
[10] --?Pero se va usted?
--Si. Ya han perdido ustedes bastante tiempo. Ninas, a trabajar. Esto de arrojar piedras a los vecinos y a los transeuntes, no es la ocupacion mas a proposito para unas jovenes tan lindas y de tanto merito... Con que abur....
[15] Y sin esperar mas razones ni hacer caso de los cumplidos de las muchachas, salio a toda prisa de la casa, dejando en ella a don Juan Tafetan.
La escena que habia presenciado; la vejacion sufrida por[20] el canonigo; la inopinada aparicion del doctorcillo, aumentaron las confusiones, recelos y presentimientos desagradables que turbaban el alma del pobre ingeniero. Deploro con toda su alma haber entrado en casa de las Troyas, y resuelto a emplear mejor el tiempo, mientras su hipocondria le durase, recorrio las calles de la poblacion.
[25] Visito el mercado, la calle de la Triperia, donde estaban las principales tiendas; observo los diversos aspectos que ofrecian la industria y comercio de la gran Orbajosa, y como no hallara sino nuevos motivos de aburrimiento, encaminose al paseo de las Descalzas; pero no vio en el[30] mas que algunos perros vagabundos, porque con motivo del viento molestisimo que reinaba, caballeros y senoras se habian quedado en sus casas. Fue a la botica, donde hacian tertulia diversas especies de progresistas rumiantes, que estaban perpetuamente masticando un tema sin fin; pero alli se aburrio mas. Pasaba al fin junto a la catedral, 97 cuando sintio el organo y los hermosos cantos del coro. Entro, arrodillose delante del altar mayor, recordando las advertencias que acerca de la compostura dentro de la[5] iglesia le hiciera su tia; visito luego una capilla, y se disponia a entrar en otra, cuando un acolito, celador o perrero se le acerco, y con modales muy descorteses y descompuesto lenguaje, le hablo asi:
--Su Ilustrisima dice que se plante usted en la calle.
[10] El ingeniero sintio que la sangre se agolpaba en su cerebro. Sin decir una palabra obedecio. Arrojado de todas partes por fuerza superior o por su propio hastio, no tenia mas recurso que ir a casa de su tia, donde le esperaban:
1. deg. El tio Licurgo, para anunciarle un segundo pleito.[15] 2. deg. El Sr. D. Cayetano, para leerle un nuevo trozo de su discurso sobre los linajes de Orbajosa. 3. deg. Caballuco, para un asunto que no habia manifestado. 4. deg. Dona Perfecta y su sonrisa bondadosa, para lo que se vera en el capitulo siguiente.