XXVI

  Maria Remedios

  Nada mas entretenido que buscar el origen de los sucesos[5] interesantes que nos asombran o perturban, ni nada mas grato que encontrarlo. Cuando vemos arrebatadas pasiones en lucha encubierta o manifiesta, llevados del natural impulso inductivo que acompana siempre a la observacion humana, logramos descubrir la oculta fuente de donde aquel revuelto[10] rio ha traido sus aguas, experimentamos sensacion muy parecida al gozo de los geografos y buscadores de tierras.

  Este gozo nos lo ha concedido Dios ahora, porque explorando los escondrijos de los corazones que laten en esta historia, hemos descubierto un hecho que seguramente es el[15] engendrador de los hechos mas importantes que hemos narrado; una pasion que es la primera gota de agua de esta alborotada corriente, cuya marcha estamos observando.

  Continuemos, pues, la narracion. Para ello dejemos a la senora de Polentinos, sin cuidarnos de lo que pudo ocurrirle[20] en la manana de su dialogo con Maria Remedios. Penetra llena de zozobra en su vivienda, donde se ve obligada a soportar las excusas y cortesanias del Sr. Pinzon, quien asegura que mientras el existiera, la casa de la senora no seria registrada. Le responde dona Perfecta de un modo[25] altanero, sin dignarse fijar en el los ojos, por cuya razon el pide urbanamente explicaciones de tal desvio, a lo cual ella contesta rogando al Sr, Pinzon abandone su casa, sin perjuicio de dar oportunamente cuenta de su alevosa conducta dentro de ella. Llega D. Cayetano y se cruzan palabras de[30] caballero a caballero; pero como ahora nos interesa mas otro asunto, dejemos a los Polentinos y al teniente coronel 187 que se las compongan como puedan, y pasemos a examinar aquello de los manantiales arriba mencionados.

  Fijemos la atencion en Maria Remedios, mujer estimable,[5] a la cual es urgente consagrar algunas lineas. Era una senora, una verdadera senora, pues a pesar de su origen humildisimo, las virtudes de su tio carnal el Sr. D. Inocencio, tambien de bajo origen, mas sublimado por el Sacramento asi como por su saber y respetabilidad,[10] habian derramado extraordinario esplendor sobre toda la familia.

  El amor de Remedios a Jacinto era una de las mas vehementes pasiones que en el corazon maternal pueden caber. Le amaba con delirio; ponia el bienestar de su hijo sobre[15] todas las cosas humanas; creiale el mas perfecto tipo de la belleza y del talento, creados por Dios, y diera por verle feliz y grande y poderoso, todos los dias de su vida y aun parte de la eterna gloria. El sentimiento materno es el unico que, por lo muy santo y noble, admite la exageracion;[20] el unico que no se bastardea con el delirio. Sin embargo, ocurre un fenomeno singular que no deja de ser comun en la vida, y es que si esta exaltacion del afecto materno no coincide con la absoluta pureza del corazon y con la honradez perfecta, suele extraviarse y convertirse en frenesi[25] lamentable, que puede contribuir como otra cualquiera pasion desbordada, a grandes faltas y catastrofes.

  En Orbajosa, Maria Remedios pasaba por un modelo de virtud y de sobrinas: quizas lo era en efecto. Servia carinosamente a cuantos la necesitaban; jamas dio motivo a[30] hablillas y murmuraciones de mal genero; jamas se mezclo en intrigas. Era piadosa, no sin dejarse llevar a extremos de mojigateria chocante; practicaba la caridad; gobernaba la casa de su tio con habilidad suprema; era bien recibida, admirada y obsequiada en todas partes, a pesar del sofoco casi intolerable que producia su continuo afan de suspirar y 188 expresarse siempre en tono quejumbroso.

  Pero en casa de dona Perfecta, aquella excelente senora sufria una especie de _capitis diminutio_. En tiempos remotos[5] y muy aciagos para la familia del buen Penitenciario, Maria Remedios (si es verdad, ?por que no se ha de decir?) habia sido lavandera en la casa de Polentinos. Y no se crea por esto que dona Perfecta la miraba con altaneria: nada de eso. Tratabala sin orgullo: sentia hacia ella un carino[10] verdaderamente fraternal; comian juntas; rezaban juntas; referianse sus cuitas; ayudabanse mutuamente en sus caridades y en sus devociones, asi como en los negocios de la casa... ipero fuerza es decirlo! siempre habia algo, siempre habia una raya invisible, pero infranqueable, entre[15] la senora improvisada y la senora antigua. Dona Perfecta tuteaba a Maria, y esta jamas pudo prescindir de ciertas formulas. Sentiase tan pequena la sobrina de D. Inocencio en presencia de la amiga de este, que su humildad nativa tomaba un tinte extrano de tristeza. Veia que el buen[20] canonigo era en la casa una especie de consejero aulico inamovible; veia a su idolatrado Jacintillo en familiaridad casi amorosa con la senorita, y sin embargo, la pobre madre y sobrina frecuentaba la casa lo menos posible. Es preciso indicar que Maria Remedios se desenoraba bastante (pase[25] la palabra) en casa de dona Perfecta, y esto le era desagradable, porque tambien en aquel espiritu suspiron habia, como en todo lo que vive, un poco de orgullo... iVer a su hijo casado con Rosarito; verle rico y poderoso; verle emparentado con dona Perfecta, con la senora!... iAy![30] esto era para Maria Remedios la tierra y el cielo, esta vida y la otra, el presente y el mas alla, la totalidad suprema de la existencia. Hacia anos que su pensamiento y su corazon se llenaban de aquella dulce luz de esperanza. Por esto era buena y mala, por esto era religiosa y humilde o terrible y osada, por esto era todo cuanto hay que ser, porque sin 189 tal idea, Maria, que era la encarnacion de su proyecto, no existiria.

  En su fisico, Maria Remedios no podia ser mas insignificante.[5] Distinguiase por una lozania sorprendente que aminoraba en apariencia el valor numerico de sus anos, y vestia siempre de luto, a pesar de que su viudez era ya cuenta muy larga.

  Habian pasado cinco dias desde la entrada de Caballuco[10] en casa del senor Penitenciario. Principiaba la noche. Remedios entro con la lampara encendida en el cuarto de su tio, y despues de dejarla sobre la mesa, se sento frente al anciano, que desde media tarde permanecia inmovil y meditabundo en su sillon, cual si le hubieran clavado en el.[15] Sus dedos sostenian la barba, arrugando la morena piel no rapada en tres dias.

  --?Caballuco dijo que vendria a cenar aqui esta noche?--pregunto a su sobrina.

  --Si, senor, vendra. En estas casas respetables es donde[20] el pobrecito esta mas seguro.

  --Pues yo no las tengo todas conmigo a pesar de la respetabilidad de mi casa--repuso el Penitenciario.--iComo se expone el valiente Ramos!... Y me han dicho que en Villahorrenda y su campina hay mucha gente... que[25] se yo cuanta gente... ?Que has oido tu?

  --Que la tropa esta haciendo unas barbaridades....

  --iEs milagro que esos caribes no hayan registrado mi casa! Te juro que si veo entrar uno de los de pantalon encarnado, me caigo sin habla.

  [30] --iBuenos, buenos estamos!--dijo Remedios, echando en un suspiro la mitad de su alma.--No puedo apartar de mi mente la tribulacion en que se encuentra la senora dona Perfecta... iAy, tio! debe usted ir alla.

  --?Alla esta noche?... Andan las tropas por las calles. Figurate que a un soldadote se le antoja... La 190 senora esta bien defendida. El otro dia registraron la casa y se llevaron los seis hombres armados que alli tenia; pero despues se los han devuelto. Nosotros no tenemos quien[5] nos defienda en caso de un atropello.

  --Yo he mandado a Jacinto a casa de la senora para que la acompane un ratito. Si Caballuco viene le diremos que pase tambien por alla... Nadie me quita de la cabeza que alguna gran fechoria preparan esos pillos contra nuestra[10] amiga. iPobre senora, pobre Rosarito!... Cuando uno piensa que esto podia haberse evitado con lo que propuse a dona Perfecta hace dos dias....

  --Querida sobrina--dijo flematicamente el Penitenciario,--hemos hecho todo cuanto en lo humano cabia para[15] realizar nuestro santo proposito... Ya no se puede mas. Hemos fracasado, Remedios. Convencete de ello, y no seas terca: Rosarito no puede ser
la mujer de nuestro idolatrado Jacintillo. Tu sueno dorado, tu ideal dichoso que un tiempo nos parecio realizable, y al cual consagre yo las[20] fuerzas todas de mi entendimiento, como buen tio, se ha trocado ya en una quimera, se ha disipado como el humo. Entorpecimientos graves, la maldad de un hombre, la pasion indudable de la nina y otras cosas que callo, han vuelto las cosas del reves. Ibamos venciendo, y de pronto somos[25] vencidos. iAy, sobrina mia! Convencete de una cosa. Hoy por hoy, Jacinto merece mucho mas que esa nina loca.

  --Caprichos y terquedades--repuso Maria con displicencia bastante irrespetuosa.--Vaya con lo que sale usted ahora, tio. Pues las grandes cabezas se estan luciendo...[30] Dona Perfecta con sus sublimidades y usted con sus cavilaciones, sirven para cualquier cosa. Es lastima que Dios me haya hecho a mi tan tonta, y dadome este entendimiento de ladrillo y argamasa, como dice la senora, porque si asi no fuera, yo resolveria la cuestion.

  --?Tu? 191

  --Si ella y usted me hubieran dejado, resuelta estaria ya.

  --?Con los palos?

  --No asustarse, ni abrir tanto los ojos, porque no se trata[5] de matar a nadie... ivaya!

  --Eso de los palos--dijo el canonigo sonriendo,--es como el rascar... ya sabes.

  --iBah!... diga usted tambien que soy cruel y sanguinaria... me falta valor para matar un gusanito; bien lo[10] sabe usted... Ya se comprende que no habia yo de querer la muerte de un hombre.

  --En resumen, hija mia, por mas vueltas que le des, el Sr. D. Pepe Rey se lleva la nina. Ya no es posible evitarlo. El esta dispuesto a emplear todos los medios, incluso la[15] deshonra. Si la Rosarito... como nos enganaba con aquella carita circunspecta y aquellos ojos celestiales, ?eh? ... si la Rosarito, digo, no le quisiera... vamos ... todo podria arreglarse; pero iay! le ama como ama el pecador al demonio; esta abrasada en criminal fuego; cayo,[20] sobrina mia, cayo en la infernal trampa libidinosa. Seamos honrados y justos; volvamos la vista de la innoble pareja, y no pensemos mas en el uno ni en la otra.

  --Usted no entiende de mujeres, tio--dijo Remedios con lisonjera hipocresia;--usted es un santo varon; usted[25] no comprende que lo de Rosarito no es mas que un caprichillo de esos que pasan, de esos que se curan con un par de refregones en los morros o media docena de azotes.

  --Sobrina--dijo D. Inocencio grave y sentenciosamente,--cuando ha habido cosas mayores, los caprichillos no se[30] llaman caprichillos, sino de otra manera.

  --Tio, usted no sabe lo que dice--repuso la sobrina, cuyo rostro se inflamo subitamente.--Pues que, ?sera usted capaz de suponer en Rosarito?... ique atrocidad! Yo la defiendo, si, la defiendo... Es pura como un angel.... Vamos, tio, con esas cosas se me suben los colores a la cara 192 y me pone usted soberbia.

  Al decir esto, el semblante del buen clerigo se cubria de una sombra de tristeza, que en apariencia le envejecia diez[5] anos.

  --Querida Remedios--anadio.--Hemos hecho todo lo humanamente posible y todo lo que en conciencia podia y debia hacerse. Nada mas natural que nuestro deseo de ver a Jacintillo emparentado con esa gran familia, la primera[10] de Orbajosa; nada mas natural que nuestro deseo de verle dueno de las siete casas del pueblo, de la dehesa de Mundogrande, de las tres huertas del cortijo de Arriba, de la Encomienda, y demas predios urbanos y rusticos que posee esa nina. Tu hijo vale mucho, bien lo saben todos. Rosarito[15] gustaba de el y el de Rosarito. Parecia cosa hecha. La misma senora, sin entusiasmarse mucho, a causa sin duda de nuestro origen, parecia bien dispuesta a ello, a causa de lo mucho que me estima y venera, como a confesor y amigo... Pero de repente se presenta ese malhadado joven.[20] La senora me dice que tiene un compromiso con su hermano y que no se atreve a rechazar la proposicion por este hecha. iConflicto grave! Pero ?que hago yo en vista de esto? iAy! no lo sabes tu bien. Yo te soy franco: si hubiera visto en el Sr. de Rey un hombre de buenos principios,[25] capaz de hacer feliz a Rosario, no habria intervenido en el asunto; pero el tal joven me parecio una calamidad, y como director espiritual de la casa debi tomar cartas en el asunto y las tome. Ya sabes que le puse la proa, como vulgarmente se dice. Desenmascare sus vicios; descubri su[30] ateismo; puse a la vista de todo el mundo la podredumbre de aquel corazon materializado, y la senora se convencio de que entregaba a su hija al vicio... iAy! que afanes pase. La senora vacilaba; yo fortalecia su animo indeciso; aconsejabale los medios licitos que debia emplear contra el sobrinejo para alejarle sin escandalo; sugeriale ideas ingeniosas, y como ella me mostraba a menudo su pura conciencia 193 llena de alarmas, yo la tranquilizaba demarcando hasta que punto eran licitas las batallas que librabamos contra[5] aquel fiero enemigo. Jamas aconseje medios violentos ni sanguinarios, ni atrocidades de mal genero, sino sutiles trazas que no contenian pecado. Estoy tranquilo, querida sobrina. Pero bien sabes tu que he luchado, que he trabajado como un negro. iAy! cuando volvia a casa por las[10] noches y decia: "Mariquilla, vamos bien, vamos muy bien," tu te volvias loca de contento y me besabas las manos cien veces, y decias que era yo el hombre mejor del mundo. ?Por que te enfureces ahora, desfigurando tu noble caracter y pacifica condicion? ?Por que me rines? ?Por que dices[15] que estas soberbia y me llamas en buenas palabras Juan Lanas?

  --Porque usted--dijo la mujer sin cejar en su irritacion,--se ha acobardado de repente.

  --Es que todo se nos vuelve en contra, mujer. El maldito[20] ingeniero, favorecido por la tropa, esta resuelto a todo. La chiquilla le ama, la chiquilla... no quiero decir mas. No puede ser, te digo que no puede ser.

  --iLa tropa! Pero usted cree como dona Perfecta que va a haber una guerra, y que para echar de aqui a D. Pepe,[25] se necesita que media nacion se levante contra la otra media... La senora se ha vuelto loca, y usted alla se le va.

  --Creo lo mismo que ella. Dada la intima conexion de Rey con los militares, la cuestion personal se agranda... Pero iay! sobrina mia, si hace dos dias tuve esperanza de[30] que nuestros valientes echaran de aqui a puntapies a la tropa, desde que he visto el giro que han tomado las cosas; desde que he visto que la mayor parte son sorprendidos antes de pelear, y que Caballuco se esconde y que esto se lo lleva la trampa, desconfio de todo. Los buenos principios no tienen aun bastante fuerza material para hacer pedazos 194 a los ministros y emisarios del error... iAy! sobrina mia, resignacion, resignacion.

  Apropiandose entonces D. Inocencio el medio de expresion[5] que caracterizaba a su sobrina, suspiro dos o tres veces ruidosamente. Maria, contra todo lo que podia esperarse, guardo profundo silencio. No habia en ella, al menos aparentemente, ni colera, ni tampoco el sentimentalismo superficial de su ordinaria vida; no habia sino una afliccion profunda[10] y modesta. Poco despues de que el buen tio concluyera su perorata, dos lagrimas rodaron por las sonrosadas mejillas de la sobrina: no tardaron en oirse algunos sollozos mal comprimidos, y poco a poco, asi como van creciendo en ruido y forma la hinchazon y tumulto de un mar que empieza[15] a alborotarse, asi fue encrespandose aquel oleaje del dolor de Maria Remedios, hasta que rompio en deshecho llanto.